Querida Kianna:

Mi agenda está muy llena y me falta tiempo todos los días. ¿Cómo puedo equilibrar la fe y mi apretada agenda?

– Persona siempre ocupada

                                                                                                                    

Querida “persona siempre ocupada”:

Con la escuela, el trabajo, las relaciones interpersonales, las actividades extracurriculares, los pasatiempos y las responsabilidades de la vida diaria, puede parecer imposible encontrar maneras de dedicar tiempo a Dios. Como recién casada y profesora de secundaria a tiempo completo, descubrir el arte del equilibrio y encontrar la forma de vivir la fe en mi vida cotidiana ha sido un enfoque reciente. Al final de un largo día, después de enseñar, hacer las compras, cocinar, limpiar, hacer ejercicio, pasar tiempo con mi esposo y hablar con la familia, apenas puedo dormir las horas suficientes para recargar energías para el día siguiente.

Aquí presento tres de mis mejores consejos para incluir al Señor en nuestras apretadas agendas:

  • Tómate un tiempo intencional para la oración. He aprendido que, si no soy intencional en buscar maneras de orar, será difícil que no me distraiga con todas las actividades. La buena noticia es que la oración se puede cultivar de una manera creativa. Por ejemplo, cada mañana, mi esposo y yo rezamos una oración rápida por la mañana al levantamos. Como yo voy primero al trabajo, él prepara el desayuno. Mientras tuesta los bagels y prepara el café, escucha una oración meditativa en su teléfono y reza. En mi camino al trabajo, escucho música instrumental de adoración o aprovecho este tiempo para hablar con el Señor.
  • Cultivar una conciencia más profunda de la presencia de Dios a nuestro alrededor. El Señor habita en nosotros y está íntimamente involucrado en nuestras vidas. Cuando era atleta universitaria, recuerdo no tener la motivación para completar un entrenamiento matutino particularmente duro. Mientras corría subiendo la última colina, le pedía al Señor que me ayudara a terminar fuerte y sentía la presencia del Espíritu Santo a mi alrededor. Hoy en día, al compartir esta experiencia con mis alumnos, pienso que tal vez les inspire a pensar en Dios cuando están tomando notas o corriendo por la cancha de fútbol. Incluso un simple reconocimiento de su presencia, una sonrisa de agradecimiento o una breve oración de ayuda se pueden hacer en cualquier momento.
  • Al final de cada día, tómate un par de minutos para responder: "¿Dónde he visto a Dios hoy?" Mi esposo y yo hemos comenzado a hacer esto, y ha sido muy fructífero para nuestras vidas espirituales. Esta simple reflexión nos permite examinar cada día y contar todas las formas en que Dios nos reveló sus bendiciones y amor. Me encanta compartir las formas en que encontré a Cristo a través de mis alumnos, compañeros de trabajo, familiares y amigos, en la naturaleza o incluso en el supermercado. Este es un gran ejercicio para hacer solo, con un amigo o con un ser querido.

Dios está muy cerca de ti y de mí, y todo lo que tenemos que hacer es abrir los ojos de nuestros corazones para ver que su amor nos está protegiendo y bendiciendo, especialmente en medio de nuestras apretadas agendas.

¡Que Dios los bendiga a todos!

Northwest Catholic — Agosto/Septiembre 2024