Me resulta difícil ser feliz y tener esperanza en el mundo de hoy. ¿Cómo encuentras la alegría? ¿Tienes algún consejo? — Persona sedienta de alegría

Estimada persona sedienta de alegría:

En un mundo sobresaturado de dificultades y malas noticias —violencia, guerra, desigualdad, injusticias y odio, además de las cruces de nuestro día a día—, puede resultar difícil encontrar la esperanza. El gozo verdadero y duradero puede parecer imposible cuando hay tanta oscuridad a nuestro alrededor. ¿Cuál es, entonces, el secreto de la felicidad?

Hace poco les pedí a mis alumnos que escribieran un ensayo sobre este mismo tema: "¿Cómo podemos vivir una vida de verdadera felicidad y amor?" En nuestras discusiones en clase, nos enfocamos en el poder de las bienaventuranzas, que sirven como una hoja de ruta hacia la verdadera alegría en un mundo que contradice este mensaje. Jesús nos invita a no rehuir la cruz, sino a enfrentar nuestros desafíos diarios sabiendo que Cristo está con nosotros y nos transforma. Veamos algunas.

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Conquistar nuestro orgullo interior orando por un corazón humilde no solo nos permite ver el mundo a través de los ojos de la compasión y el amor, sino que también le da a Dios la capacidad de obrar a través de nosotros. Cada vez que practicamos la humildad, Jesús no solo nos promete el gozo que proviene de tener un espíritu de niño, sino que también nos asegura que nuestra recompensa celestial será grande.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Cuando miramos a los ojos de Jesús, abrimos una ventana hacia su corazón compasivo. El sufrimiento nos forma y también puede derribarnos, pero cuando lo ofrecemos a Jesús, puede transformarlo todo. Nuestro sufrimiento, como el de Cristo en la cruz, es redentor, si tan solo tenemos el valor de confiar cuando no podemos ver.

Bienaventurados los misericordiosos, porque a ellos se les mostrará misericordia.

La misericordia es el núcleo del mensaje del Evangelio, por lo que cada vez que perdonamos cuando nos lastiman estamos actuando como el corazón de Cristo. Ciertamente, perdonar no significa conformarse o aceptar las injusticias, sino descubrir una paz interior que nos permita mantener la alegría del Señor en nuestra vida en medio de las pruebas diarias.

Bienaventurados serán cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente por causa de Mí. Regocíjense y alégrense, porque la recompensa de ustedes en los cielos es grande.

Esta es una de mis bienaventuranzas favoritas porque resume de lo que significa ser un discípulo. Cuando vivimos nuestra fe podemos esperar ser incomprendidos, juzgados, ofendidos, despreciados e insultados a veces, tal como lo fue Jesús. Pero recuerda, ¿en qué equipo estás? ¿Por quién estás luchando? ¡Elijo el equipo de Jesús! ¿A quién eliges tú?

La alegría no es una búsqueda fácil, pero a través de las bienaventuranzas, Jesús nos promete una alegría eterna y auténtica al tomar nuestra cruz y seguirlo, sabiendo que solo Él es “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14, 6). ¡Mantengámonos fuertes y luchemos juntos, por Él!

Noroeste Católico — Junio/Julio 2024